miércoles, 16 de diciembre de 2009

Análisis de un Acto de Repudio.

Nací en 1980, y a día de hoy tengo la suerte de no recordar ningún Acto de Repudio, salvo una amonestación pública que le hicieron a una amiga en 5º grado porque era católica práctica, la subieron en el matutino, con la bandera y el busto de Martí al fondo, delante de todos los demás "pioneros", y le dedicaron unas palabras leídas con tono exaltado, que reflejaban todo lo negativo que suponía, según la Directora del centro, creer en Dios.
Pero gracias a las buenas lenguas, supe de algunos mítines de repudio celebrados en mi pueblo, fundamentalmente a personas que decidían abanonar el país definitivamente. Ese fue el caso de una vecina que fue despedida por una veintena de "revolucionarios" que le lanzaban huevos y le gritaban las lindezas ya conocidas por todos. A los pocos años regresó convertida en mariposa y no dudó en comprar unos huevos, y regalarlos a aquellos que en su momento los tiraron, y que pasado el tiempo los necesitaban tanto.
Mi madre nunca asistió. Siempre dijo que ella no participaba en ese tipo de cosas. Cerraba las ventanas de la casa a cal y canto. Nunca repudió.
LOS ACTOS DE REPUDIO HAN VUELTO:
La misma persona, con la misma ropa, con el mismo gesto, y seguramente gritando lo mismo, en dos Actos de Repudio diferentes. No... No es un robot. Es un ser humano.

Todos hemos sido testigos de como los actos de repudio, ausentes del panorma cubano desde la década de los 80 han vuelto a reaparecer. Muy desesperada ha de estar la dictadura para acudir a métodos de antaño que tanto habían empañado la imagen del Régimen, y que ahora sin lugar a dudas, lo seguirán haciendo, aunque cueste creer que esa imagen se pueda empañar aún más.

Es sabido por todos que a los actos de repudio no acuden cubanos espontáneos que pasan casualmente por el lugar indicado y se suman para defender la "gloriosa revolución cubana" de los "gusanos y mercenarios al servicio del imperialismo", o sea, de los disidentes. Pero la velocidad con la que viaja la información en los tiempos que corren nos ha permitido ilustrarlo de una manera más clara y contundente.
Ha quedado demostrado que los que acuden a este tipo de Actos son convocados por el Partido Comunista y por las Fuerzas de la Seguridad del Estado para acosar y reprimir a la oposición pacífica. Es su medio de vida, su forma de escapar de sus propias miserias y aburrimientos. La retribución que reciben a cambio es la de estar fichados en la lista de los "incondicionales", la de los "cubanos ejemplares", la lista que encabezará la de los aspirantes al Televisor Panda que darán por el CDR.

PERO TAMBIÉN TIENEN MIEDO:



Miedo.
(Del lat. metus).
1. m. Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario.
2. m. Recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea.


La incontinencia y el miedo se dan la mano y se hacen cada vez más patentes en las calles de Cuba.

Los que quieren el cambio ya no se contienen, salen a las calles, gritan, bloguean y dicen lo que piensan. Cada vez son más los que deciden dar el paso y perder el miedo.

Los aparentemente fanáticos e incondicionales de la dictadura también se han apuntado a la política de la ‘no contención’. No contienen sus "pasiones" y "sentimiento", y a juzgar por las imágenes de los Actos de Repudio sufridos por las Damas de Blanco el pasado 10 de diciembre en las calles de La Habana, tampoco contienen la orina.

¿Incontinencia urinaria o miedo?

Miedo a ser repudiados por la Historia.

Miedo a no tener el coraje de decir YO NO REPUDIO, aún sabiendo que están cometiendo una injusticia.

Miedo a que mañana no puedan levantar la vista y mirar a los ojos sin sentir vergüenza, y no precisamente por mearse encima.

Miedo porque están, pero sabiendo que no deberían estar. La sensación de saber que lo que están haciendo no es correcto.

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